lunes, 27 de diciembre de 2010


Iba camino de la perdicción, lo sabía, y mi cabeza unicamente me decía que parara, que me quedara donde estaba. Pero mis pies no hacían caso y no paraba de andar.
Lo deseaba tanto aunque sabía que no era nada bueno.

Mis pies se pararon. Habían parado ante la puerta hacia la que me dirigía. La abrieron y... entré en aquel peligroso mundo del que una vez salí herida.